cYa estamos en la mejor época del año, al menos en lo que a mí respecta; por dos simples razones: por el fresco/frío que hay en nuestra ciudad, que no es muy común estos rumbos, y por la posibilidad de tener un poder adquisitivo más cómodo comparado con el resto del año, para que pueda comprar boletos para el vive latino, camisas de grupos que me gustan por internet, discos, libros, películas… ahh y el comedor que mi esposa pidió, uyy, por poco lo olvidaba.
Del resto, todo lo demás me pasa de largo y simplemente ni me inmuto. Es más, sí me inmuto, pues hay actitudes que rodean estas fechas que resultan desagradables
Empecemos por los amigos y familiares que para todo “el maratón Lupe-Reyes”. Que si estoy listo para el maratón Lupe-Reyes, de pachanga con por el Lupe-Reyes, para todo con su Lupe-Reyes; de por sí que fonéticamente “Lupe” ya suena feo. Además parece que no pueden hacer lo mismo el resto el año. No olvidemos a las fabricas clandestinas de pirotecnia explotando, fiestas y posadas que acaban con karaokes infernales, mil comerciales de juguetes en la tv como si todos los niños fueran nórdicos, arrullar al niñito Dios y cantar el “ora pronobis” que a nadie le interesa. Cómo olvidar las comidas después de la cena de navidad, dónde uno desayuna, almuerza, merienda, cena sándwiches de pavo y el recalentado que el simple nombrecito me causa náuseas, entre otros costumbres disparatadas que se realiza.
El intercambio de regalos con los cuates o con la familia, no, no, no qué cosa más desagradable. En primer lugar ponen límites máximos y mínimos, luego llenan una lista para decir qué quieres más o menos o ya de plano poner que quieres. ¿Qué no es más fácil ir a comprarlo tú? Ya mejor te doy la lana y nos dejamos de payasadas. Luego para que termines esmerándote con un buen regalo y luego te den otro bien feo.
Por último, no olvidar nuestro querido tránsito en nuestra Ciudad. Sí de por sí todo el año el Centro Histórico y las avenidas son un caos, pues está Ciudad fue diseñada pensando que todo el tiempo usemos burros y carretas. En diciembre ir centro, al súper o de compras es prácticamente un calvario. El día que una horda de zombies nos ataque, el caos vehicular será nuestra perdición. Nuestra ciudad se podría evacuar en unos 2 meses, a cálculo de albañil.
Los dejo, voy por mi santa inflable a Sams.