jueves, 5 de julio de 2012

El respeto al derecho ajeno 2


Siempre he sido un desadaptado social. Voy en contra de la mayoría de normas sociales y a veces evito contacto social porque me engento enseguida, o pierdo la paciencia, o la forma de actuar de las personas –cada vez más inhumanas e irracionales- me irrita.

Hace un tiempo les hablé de mis queridos vecinos: uno que tira agua cada que puede y el otro un tunero escandaloso (recordar port aquí). Pero ellos parecen ser los vecinos del año comparados con uno que acaba de llegar. Se trata de un tipo, al parecer albañil (sin ser despectivos), pues se la pasa construyendo su propia casa.  Tiene una semana que se pasó a vivir allá y con eso me ha bastado. 

Todos los días se la pasa escuchando música justamente en las únicas horas que estoy en mi domicilio: de 3 a 6 pm. Pero esperen, lo peor, es que escucha el mismo disco todos los días con éxitos de antaño: sweet (a la la la long), big time, jump (wo wo pechea), every body dance now, girl you know is tru, rhythm of the night (no son tus reebok son tus nike)…entre otros del eurodisco 96…¿se imaginan escuchar estas canciones todos los días y en el mismo orden? Pero esperen, el tipo vive a 4 casas de la mía, y aún así suena como si tuviera su estéreo en la puerta de mi casa. Se escucha demasiado fuerte, no deja ni descansar (aunque no descanso) pero como sea.

De verdad que no lo entiendo. ¿Por qué me castiga Dios con esto? Estoy seguro que se está desquitando o me juega bromas y se está riendo de mí, haciendo pagar por mis pecados de antaño. De verdad que no lo entiendo. Los otros vecinos tienen niños y hasta bebés. Esto es muy molesto. A mí me gusta escuchar música, pero nunca a alto volumen, y además no me gusta compartir mis gustos musicales, soy envidioso con eso. Es más siempre lo escucho en el ipod, o cuando estoy en la laptop con unos audífonos. Así se disfruta mejor la música, así debe de ser.  Este vecino son de esos que ni regalándole unos audífonos o ipod lo usaría, nomás por joder. Su equipo de sonido debió costar no menos de 5 mil pesos, a juzgar por la potencia, pero ni así sería capaz de comprarse su ipod o cualquier reproductor personal.

Un día de estos iré a platicar con él y pedirle de la más amable que le baje a su música, a sabiendas que será un acto inútil. Sólo para que me diga que qué importa, que es su casa, me tire la bronca, me ignore, o cosas que acostumbra la gente por sentirse superior.

De verdad que si pudiera vivir lejos, sin vecinos, sin contacto social lo haría, pero no se puede todo en esta vida. Ya no se puede vivir en sociedad.

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