martes, 14 de agosto de 2012

Descubriendo la música II




El segundo suceso que me marcó musicalmente sucedió a inicios del año 1999. En aquel año dejaba la secundaria para ingresar a la preparatoria. Para eso ya conocía algo de música, lo que se escucha en una secundaria técnica pública (traducción: molotov y control machete).  

Todo marchaba bien hasta que aproximadamente unas 3 semanas antes de dejar la secundaria me dio un  dolor fuerte en el abdomen, un dolor insoportable, como nunca había sentido. Me encontraba en el receso junto a los talleres. Después de los estudios y consultas necesarias (particular, nunca fui al IMSS) el diagnóstico fue rápido y contundente: Apendicitis. Para esa misma noche ya me encontraba en el quirófano.  Recuerdo que tuve reposo absoluto durante varios días, al grado que solamente regresé a la secundaria a buscar mi certificado y la carta de terminación de estudios en la ceremonia de clausura.  Estuve un mes completito sin ir a la secundaria, pues el  director  le dijo a mi padre “Su hijo ya aprobó todos sus exámenes, además, siempre fue un alumno destacado, ya no es necesario que vuelva, que repose lo que quiera”. Lo único malo de ese periodo de receso,  fue que me perdí el convivio que organizó el Gobierno del Estado a los mejores promedios del Estado (o tal vez de la Ciudad, no lo recuerdo).  Se trataba de juntar a los mejores alumnos de secundaria para darles un recorrido turístico por el tranvía, para concluir con una comilona en algún lugar y ser saludado por el mismísimo gobernador Antonio González Curi, pues en aquellos años a los mejores promedios les daban un apretón de mano y no Lap Tops como ahora, aunque medias chafas, sin programas, incluso sin sistema operativo, con RAM de 1 GB y demás carencias, pero Lap Top al fin. Y sí, todo lo agendado me lo perdí, me perdí de saludar al Tony, snif. Pero ni hablar, estaba saliendo de la operación. Lo único bueno es que guardo el recorte del periódico que da fe a los merecedores del convivio, y mi cicatriz, aunque ya se pierde entre una capa de grasa y pelos.

Pues total, que mi incapacidad se cruzó con las vacaciones previas para entrar a la prepa, y tuve que pasar en cama reposado varios días, tal vez semanas,  aunque claro, ya me encontraba recuperado, pero sin ningún pendiente. Me la pasaba viendo tele sin ninguna preocupación.

En ese año, aún quedaban los restos de los mejores tiempos de Mtv, cuando aún pasaban  buenos videos musicales. Recuerdo claramente el top 5 que pasaban diario de 8 a 830 pm; recuerdo ver todas las tardes al VJ Alfredo o Arturo en su programa “Conexión” con un volcho verde; recuerdo perfectamente a Ruth en el Top 20 de los sábados; así como también los “weekends” con especiales de Metallica, Guns & Roses, Rammstein, entre otros. 

Pasar acostado viendo todo el día Mtv en sus buenos tiempos, sin duda te tiene que dejar algo bueno. Para mí significó mucho: significó agarrar gusto al rock, conocer bandas nuevas, conocer la old school y lo que empezaba a sonar, sin duda un buen año en la música. Para recordar el post donde menciono lo que sonaba en 1999 dar click aquí. Desde ese entonces nada volvió a hacer igual.

A partir de entonces, y gracias a la apendicitis, descubrí  que existe un gran mundo musical. El internet no tenía las dimensiones de hoy. Descargar música era todo un arte y conectarse desde el viejo cable de teléfono era un martirio. Todo se reducía a comprar discos y compartirlos con los amigos y conocidos a cambio de que ellos te pasen los suyos. Durante el primer año de prepa me empecé a juntar con mi primo JotaI y sus amigos, dos años mayores, para hacer los intercambios respectivos.

Después, no recuerdo cuando, pero poco después de eso, me encontraba paseando con JotaI un sábado en la noche en su Cirrus del año. El buen Gus (el que más discos originales tenía) sacó un estuche nuevo -esta banda está sonando apenas, tiene cosas interesantes- comentó. Sin saber de qué se trataba, empezó la primera canción del disco: “Asteroide” del homónimo de Zoé. PUM, a partir de eso nada volvió a hacer igual. Me encontraba viajando con aquel disco, y curiosamente era el único que no tomaba alcohol ni drogas a esa edad.

Nota: el disco homónimo de Zoé todo rayado que aún conservo es el de Gus, que me prestó y nunca lo devolví. Espero nunca lea esto y me lo reclame.



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