martes, 16 de octubre de 2012

Dígame licenciado


-Buenas tardes, se encuentra la Marcela, le habla Mussgo de la Secretaria de…- llamo un día a una dependencia del gobierno para solicitar información. Marcela es una Licenciada que anteriormente he trabajado, con un par de décadas mayor que yo.  -hablo para ver si ya esta lista relación de…-

-¿cómo? Licenciada Marcela, por favor….- Me interrumpe con un todo que sólo una cuarentona soltera pueda dar.

No le hagas caso, me comenta mi jefe inmediato, lo que le hace falta es quien le ponga  una buena revolcada. Dile a la próxima que le habla Mussgo, contador público, con mención honorífica y mejor promedio de la generación, para que se le quite lo mamona.

En otra ocasión, conocí a una joven, amiga de un amigo, quien en una fiesta no se cansaba de presentarse ante los nuevos borrachos o la nueva gente que llegaba esas fiestas de las quintas en las lejanías de la ciudad. Cada que se presentaba anteponía su título “la contadora Arnulfa, mucho gusto”. Pfff, por favor, quién quiere escuchar el título de esta tipa en un rave de música, para hacer más insufrible la noche, de por sí insufrible con esos ruidos. Por cierto, ¿a los cuantos carrucos se empezará a disfrutar esa música?

No hay nada más triste en la vida que uno anteponga su título. Es aquí cuando sabemos que todo vale carajo. En primer lugar, ¿quién hoy en día puede decir que una carrera es  meritorio? Vamos,  de mi generación salimos unas setenta personas, y de todos  ellos rescato a unos diez, siendo buena gente. Pues de los demás, no haces uno solo. Profesionistas mediocres que pasaron de noche, zcriven aZi por moda o porque no saben diferencias, media hablan y escriben el español,  en la vida laboral están más preocupados por tranzar lana que hacer un trabajo razonable (sea iniciativa privada o pública). Quien diga que estudiar una carrera es difícil, es porque paso de panzazo. Y digo esto con conocimiento de causa. Siempre fue un alumno sobresaliente y nunca di mi mayor esfuerzo. Con medio estudiar pasaba bien. Además, en mi vida estudiantil me la pasaba de antro en antro y jugando futbol que estudiando. A pesar de que algunos no me crean aún. 

Anteponer un título es decir que es un logro alcanzado y de los pocos lograrás en la vida. Es sentir que será un logro personal y que se ha alcanzado el zenit de su vida, es decir, que después de eso no hay nada.

No chiquillos, una carrera no ofrece nada, no ofrece trabajos, y  mucho menos ofrece prestigio. Solamente es aceptable para documentos oficiales y ceremonias protocolizadas, por simple actividad laboral, lo demás, es ridiculez. Y la reina de la ridiculez es anteponerlo en sus redes sociales.

¿Acaso mi maestro de posgrado, quien cuenta con dos maestrías (una en EUA y una en Francia), dos especialidades, y un doctorado (en EUA), tiene que anteponer sus títulos cuando se presenta o en sus redes sociales? Y para él, era simplemente José, un hombre culto apasionado por la vida, por la familia, y por disfrutar cosas básicas de la vida, sin tanto derrocha del dinero (que tiene), sin tanto título, sin tanto alarde.


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