domingo, 4 de julio de 2010

Con la cara al sol

Estamos a punto de concluir el mundial de fútbol, el evento deportivo por excelencia.

¿Qué tiene el futbol que lo hace tan especial?
Mucho. El fútbol es un deporte injusto, como lo es la vida misma. Una oda a la realidad, un momento mágico, una pendejez, un chispazo, una desconcentración, un oso, una pincelada, todo, absolutamente todo se junta en 90 minutos. El fútbol puede ser perfectible con el uso de la tecnología, pero ese será tema de otro post.

Aunque les duela a los amantes del fútbol americano, con su Superbowl y toda la parafernalia. El deporte y la competencia nunca se vive mejor como en el mundial de fútbol. Si bien es cierto que el Superbowl es el evento deportivo con mayor rating (dudo de los índices), me pregunto cuánto de ese porcentaje de rating le entienden verdaderamente, y no es que sean brutos o el americano sea muy complicado, sino porque simplemente no le interesan. La mayoría de ese rating sólo lo ven por el efecto que causa la mercadotecnia y por el espectáculo cirquero del medio tiempo.

En materia deportiva disfruto mucho el mundial y las olimpiadas. En ambos se viven emociones encontradas, momentos que hacen enchinar la piel. En un mismo escenario podemos ver llanto, alegría, sufrimiento, un mar de emociones que nos acerca un poco a la humanidad, a los sentimientos pocos mostrados en un mundo cada vez menos humanista.

Cuartos de final, Paraguay - España. Un partido parejo, apretado, ríspido. Minuto 58, penal a favor de Paraguay. Óscar Cardozo toma el balón decidido. Cargaba en sus hombros todo un país que nunca había llegado tan lejos en un mundial. Cardozo, el mismo Cardozo que dedica todos sus juegos a su compañero Salvador Cabañas, la misma delantera que causó sensación en la eliminatoria mundialista. Once pasos de la gloria, tiro errado. Iker Casillas se convierte en héroe, el mismo portero que no esperaba ser convocado. Al final Xabi Alonzo de España también erraría su penal, pero al minuto 82 David Villa sentencia el partido.

Paraguay cayó con la cara al sol. Un partido digno de un mundial. Cardozo camina desconsolado sin rumbo. Se tapa la cara, llora inconsolable al pensar en su tiro débil y anunciado, se desvanece en el pasto. Otros paraguayos se unen al llanto. Los españoles festejan en el centro, se abrazan y brincan de felicidad. Cuando la escena no podía ser más contrastante, los españoles detienen el júbilo y buscan a Óscar Cardozo para consolarlo. Lo abrazan, lo felicitan por el desempeño y lo animan a levantarse y al final lo acompañan al vestidor.




¡Que escenas más mariconas!, pero me emocioné y me ericé como una zorra de monte. ¡Viva le deportismo, viva el mundial, viva el Fair Play!

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