¿Para qué estudias la Maestría, si ya tienes tu base? Argumentaba un respetado licenciado en la dependencia donde trabajo, hace unos 4 años, cuando me decidí a estudiar un posgrado. No lo culpo. Los mexicanos tenemos niveles alarmantes de conformismo.
Pausa. Dije: los mexicanos, así generalizado. Y es que antes de que digan “No generalices, no somos todos así”, seguiré generalizando, pues es una mayoría alarmante que me da miedo seguir viviendo aquí.
Volviendo al tema. Aquí invertir 50 mil, cien mil o doscientos mil pesos en un estudio es un acto de heroísmo, pues las becas solo están limitadas para gente que va a pasear a Europa, claro, con un apellido de Pedigree de por medio.
Por otro lado, siempre termino decepcionado del nivel educativo de México. Al estudiar la carrera, me di cuenta que cualquier pendejo puede ser profesionista. De los 80 egresados, realmente rescato a unos 10. Los demás no los contrataría ni para empleados demostrador. Pasaron de noche, no aprendieron nada.
Al llegar al posgrado uno se encuentra con un panorama no muy diferente. “solo nos inscribimos porque en nuestra Secretaría nos pagan las colegiaturas, y hay que ejercerlo, que hueva” me comentaban unos ingenieros. “Yo solo vengo porque mi jefe me va a re-categorizar” re dice u licenciado miembro de un ayuntamiento. “Yo me inscribí, porque quiero dar clases en una escuela aunque sea privada, el chiste en jalar lana aunque no sepa nada” me remata uno de mis compañeros. Y así, argumentos como estos. Pero al final, el problema no es el motivo que te haga ir cada semana a joderte la tarde-noche del viernes y medio día del sábado, sino la convicción con el que se asiste. De esta manera se observa exposiciones más vergonzosas que un bachiller del Cobach, gente chateando durante las horas de clase, compañeros que sacan su acordeón en los exámenes… cosas de nuestro querido México.
No hay más triste que estudiar un posgrado. Aquí prepararse no sirve de nada. Aquí, solamente importa la política. En nuestro país se gana más vendiendo ropa de santa Elena. Aquí se gana más con una pistola que con estudios.
Mi motivación nunca ha sido económica. Mis necesidades las visualizo como un medio y no como un fin. Mis allegados podrán validar mis aseveraciones. Claro, no me molesta ganar bien o tener mucho dinero, para nada. No soy ni un cerdo capitalista, ni un hippie mugriento. La justa medida.
La decisión de estudiar un posgrado, es más personal. Es querer sobresalir. Es llenar ese espacio que el ego exige a algunas personas. Y no, no se trata de presumirlo, ni de ver a la ‘perrada’ arriba del hombro. Es una necesidad: de realización, el último escalón de las necesidades de Maslow. Ese escalón que se logra después de tener cubiertas las necesidades fisiológicas, económicas y de afecto. Ese tipo de necesidades que solamente las necesitas para ti, y para nadie más, aunque nadie en la vida se entere que estudiaste.
En esta vida no seguir estudiando es estancarse, quedarse en la mediocridad. El estudio te enseña lo que la humanidad ha logrado conocer en un área específica. Dejar de estudiar, porque se gana más de otra forma, es decir que no ha servido de nada lo que lograron los humanos que nos precedieron.
Al final, sí vale la pena estudiarlo. ¿Lo recomiendo? Sí, y solo si se toma con seriedad y como algo personal. Nada te asegura un buen empleo con un posgrado. Lo recomiendo, dependiendo del grado de convicción con el que uno quiera estudiar. A esos niveles se tiene maestros buenos y malos maestros. Depende de cada uno profundizar y absorber a cada maestro sus mejores experiencias. No todos los días se tienen dando cátedra a doctores que han vivido en Japón estudiando calidad, no siempre puedes tener a un Doctor de Monterrey que da clase en 4 universidades, dos de ellas en Texas, y en tres idiomas. No siempre podemos estar tomando unas cervezas con unos ejecutivos de empresas transnacionales que vinieron darte unas clases.
Después de todo, sí vale la pene tener una segunda mención honorifica en el recuerdo, que sea solo para mí, que tal vez un día les presuma y les diga, mientras no.