Mis caricaturas noventeras

Desde niño he tenido gustos extraños. Más que extraños, prefiero llamarles diferentes. Las caricaturas no fueron la excepción. De muy niño 5-10 años las caricaturas se limitaban a las más simples y sencillas, pasando por los clásicos: pájaro loco, Mickey mouse, pluto, aventuras en pañales, entre otros. De 10 años en adelante recuerdo únicamente seguir a dartacan y los tres mosqueperros, algunas veces super campeones y de allá di el gran salto a los Simpson, que hasta la fecha disfruto.

Compañeros de generaciones me miran atónitos al confesarles que nunca vi caballeros de zodiaco ni dragon ball (Z, reloaded y derivados). “Te has perdido el 20% de tu vida si no viste dragon ball” “¿trabajabas de niño o qué?" Entre otras ofensas. No necesariamente, pero en la primera mitad de los noventas, el futbol y los juegos en la calle con la cuadra era más entretenido.

Sin embargo, existen dos caricaturas que recuerdo haberlas visto y seguir de niño todas las tardes en canal 5.

La primera de ellas es bompi bu (así la recuerdo) o bumpety boo. No recuerdo mucho de la trama. Simplemente tengo imágenes como pequeños flashazos de un carrito amarillo que hablaba y su amo, un joven de gorrita. Bompi bu tenía amigos carros que también hablaban y hacían cosas graciosas. El intro el español era una delicia “Él es bompi, bompi buuuu, él es bom pi bompi buuu” (léase con ritmo, con la tonadita correcta, ja).

La segunda caricatura es Samed, el duende mágico. Tampoco recuerdo mucho. Recuerdo un duende amarillo que concedía tres deseos a sus amigos humanos. Y no se podía mojar porque se moría. No, no es cierto, no estoy seguro que se moría pero sí le pasaba algo malo.


En ambas caricaturas tenía a lo mucho unos 7-8 años. Y son vagos mis recuerdos. ¿A poco nadie las recuerda? Ahora resulta que de mis amigos sólo yo las conozco. Por favor, pongan en los comentarios si alguien las recuerda para no sentirme anormal.

Que agradables recuerdos ver esos videos en youtube. Casi lloro de la nostalgia. Recuerdo sentarme en un silloncito con mi respectiva bolsa de chicharrón con salsa que le compraba al chicharronero gordito en su triciclo todos los días a las 6 de la tarde. ¡Carajos, eso no debí haberlo escrito!

Con su permiso los dejo, voy a comprar mi chicharrón para ver varios capítulos en youtube.